Esta historia de amistad nos transporta a Londres, a mediados del siglo XIX.
Dos personajes se conocen cuando comienzan a compartir un apartamento en 221B Baker Street. Su coincidencia será el comienzo de una larga y sincera amistad cuya fama será muy superior a la de su propio creador: el doctor y entonces escritor, Arthur Conan Doyle.
Hablamos de Sherlock Holmes y John Watson. El primero, detective brillante y cínico. El segundo, veterano de guerra, leal y paciente. De acuerdo con la ficción literaria, Watson fue la persona encargada de haber puesto incansablemente por escrito los éxitos de su amigo Holmes. ¡Qué pareja! Una amistad que ha durado 130 años y que ha acuñado una frase ahora incluida en nuestro lenguaje diario: “Elemental, ¡querido Watson!»
Y cuando se dice que a veces la realidad supera la ficción, en ocasiones es cierto porque parece que John Watson realmente existió. Tim Baker, un médico osteópata, dijo que el Dr. Watson es en realidad William Smith, un nativo de Aberdeen, un pionero de la osteopatía británica y un compañero de estudios del propio escritor Conan Doyle. William Smith murió en la ciudad escocesa de Dundee en 1912, y Cuthbert Smith, su hijo, escribió un artículo que afirmaba que el personaje de Watson se basaba en la figura de su padre. Además, Smith y Conan Doyle estudiaron en la Universidad de Edimburgo con el profesor Joseph Bell, el profesor de medicina sobre el que se inspiró el famoso Sherlock Holmes, debido a su increíble habilidad para observar.
¡Una amistad que realmente dura 130 años!