En la segunda etapa de los orígenes del papel, hemos llegado a Italia hacia el año 1200 con la creación de algunas industrias papeleras muy importantes que, recordamos, se encontraban en Liguria, Fabriano, Colle Val d’Elsa, Salò y Amalfi.
Tampoco faltan, como hemos dicho antes, restos de fábricas de papel también en Prato, Lucca (un territorio que, en 1900, se “salvó” gracias al papel), Venecia, Modena y Cividale del Friuli hasta el punto de que, a finales de la Edad Media, nuestra península poseía el récord de mayor fabricante de este producto.
La marca de fábrica
Un producto, que se caracterizaba por la presencia de filigranas, que destacaban la procedencia, ya que cada papelero imprimía su marca “de fábrica”, identificando también su calidad y formato.
Una condición esencial para la obtención de un buen producto era la disponibilidad de agua, que había de ser pura y con un caudal constante: por consiguiente, los lugares ideales eran los mismos que los de las fábricas textiles.
Durante aproximadamente 200 años, Italia tuvo el récord en el comercio del papel a pesar de Damasco y España, y lo conservó para el papel italiano incluso en el siglo XIV en el comercio con Francia, Suiza, Bélgica, Países Bajos, Alemania y en la cuenca del Mediterráneo.
Además, el papel era un producto de altísimo valor económico, también, porque las industrias papeleras no conseguían cubrir la demanda siempre en auge, lo cual, obviamente, estimulaba mantener los precios siempre muy elevados. Aunque la historia da un giro, precisamente, cuando, en un muy poco tiempo, la producción se ve bloqueada en el siglo XVII por la llegada de la escasa higiene y la difusión de las primeras epidemias.
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La Historia del Papel. Etapa 1: China
La Historia del Papel. Etapa 2: la difusión