Recorriendo la tercera etapa de los orígenes del papel, hemos aprendido que Italia poseyó el récord del papel a partir del siglo XII, cuando nacieron las primeras industrias papeleras, hasta el siglo XIV, cuando la gran epidemia de la peste bubónica causó una reducción drástica de la población europea.
Tal fue el impacto que numerosos sectores y servicios se vieron afectados por dicha epidemia y entre ellos la producción de papel y su utilización.
En esos tiempos, se creía que el papel pudiese representar un vehículo peligroso de contagio. Hasta el punto de que surgió la costumbre de desinfectar el correo, incluyendo también manuscritos, despachos y diarios, junto a las cartas simples.
Desinfectar el papel
La desinfección del correo fue durante siglos una de las medidas más comunes para prevenir la difusión del contagio, junto al destierro (o sea el aislamiento, también comercial) de las ciudades y de los países donde se sospechaba que hubiese un foco de contagio.
En las vías de comunicación o los recorridos de los flujos de correos y también en las ciudades, estaban las “estaciones de desinfección”, donde un determinado número de encargados, ataviados con guantes y delantales impermeables, tomaban las cartas con pinzas largas y las desinfectaban aplicando métodos diferentes dependiendo de las zonas o de las épocas.
El método más común consistía en el paso por el fuego: se partía en el sentido longitudinal la punta de una vara y en la hendidura se introducía la hoja para pasarla sobre la llama. Una alternativa eficaz era la inmersión en vinagre, donde las cartas se abrían, rociaban con vinagre y se secaban. Naturalmente, ambos sistemas planteaban grandes inconvenientes: el vinagre podía desleír la tinta y el fuego, naturalmente, quemaba el papel.
Las industrias papeleras en Europa
Fundamental para el cambio en el monopolio del papel fue, sin embargo, la apertura de nuevas industrias papeleras en el resto de Europa, especialmente en Francia y en Alemania.
En 1455, la invención de la imprenta con caracteres móviles de la mano de Johannes Gutenberg (que, en Asia, existía desde el año 1041, gracias a la técnica del inventor chino Bi Sheng) determinó un fuerte aumento de la producción en Europa, con una demanda cada vez mayor de impresión de libros, que supuso otro cambio en el monopolio del papel.
De hecho, fue Francia, a partir del siglo XV, que ocupó el primer puesto en la producción de papel, un récord que Holanda le arrebató en la segunda mitad del siglo, por los impuestos elevados sobre molinos y el transporte de los paños que, macerados, constituían la base del papel de ese tiempo.
Durante el siglo XVI se mejoraron también las técnicas de molido, mediante la creación de nuevas máquinas de cilindros rotativos con hojas, que trituraban mejor la masa de paños y fibras vegetales como base del papel.
Mientras tanto, gracias al inglés John Baskerville, que patentó una técnica para obtener un papel especialmente liso, la industria inglesa se hizo con el monopolio hasta finales del siglo.
Después de años de investigación, en el mes de diciembre de 1798, el francés Louis Nicolas Robert depositó una patente para “machine à papier à long”, “máquina para hacer papel muy largo”.
Leer también:
La Historia del Papel. Etapa 1: China
La Historia del Papel. Etapa 2: la difusión
La Historia del Papel. Etapa 3: Italia
Si te interesa ahondar en la historia del papel, puedes ver el documental de National Geographic Papel, una historia infinita.